Un día, su madre le pidió que llevase un regalo a su abuelita, ya que siempre estaba sola.
Caperucita Roja recogió el enorme regalo y se puso en camino. La niña tenía que atravesar el inmenso bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque aún era de día.
De repente vio a tres cerditos que jugueteaban con globos y serpentinas en medio del camino:
- ¿A dónde vas, niña?- le preguntaron los tres cerditos a la vez.
- A casa de mi Abuelita- le dijo Caperucita.
- Vas sola… ¿quieres que te acompañemos?- contestaron los cerditos.
-Bueno, la abuelita se alegrará mucho de recibir visitas-le contestó caperucita.
Siguieron caminando, pero no muy lejos de allí se encontraron con Pinocho que llevaba una tarta hecha por él, pero no tenía ningún amigo para compartirla.
-Hola, ¿A dónde vais?- le preguntó Pinocho a caperucita y a los tres cerditos.
-Voy a casa de mi abuelita- respondió caperucita roja.
-¿Queréis probar antes mi pastel?- añadió Pinocho.
-Tenemos prisa-contesto caperucita- pero si quieres acompañarnos…
-Vale, no tengo nada mejor que hacer, así que me llevaré también el pastel-contestó Pinocho.
Caperucita se entretuvo cogiendo unas hermosas flores:
- ¿Quién anda por ahí? –contestó una diminuta voz.
-¿Quién habla?-respondió caperucita.
-De pronto un enanito dijo-soy yo, que estoy solo y aburrido.
-Pues te puedes venir con nosotros, vamos a darle una sorpresa a mi abuelita, se pondrá muy contenta cuando le llevemos este hermoso ramo de flores además del regalo -respondió caperucita roja.
Mientras tanto, la Abuelita se impacientaba pensando en porque caperucita tardaba tanto.
Al poco tiempo, llamaron a la puerta de casa de la abuelita.
- ¿Quién es?-contesto la abuelita.
- Soy yo, caperucita roja que vengo a traerte una sorpresa- dijo la niña.
- Pues pasa hija, que tengo la puerta abierta-respondió la Abuelita.
Al abrir la puerta y ver tantos amigos, la abuelita se asombró ya que no pensó que la pudieran querer tantos.
- Venimos a darte una fiesta Abuelita-contestó caperucita roja.
Al cabo de un tiempo de estar allí llamo a la puerta el lobo, que no había sido invitado a la fiesta.
-¿Puedo entrar a bailar y divertirme con vosotros? Os prometo que me portare bien, además traigo unas fresas silvestres que encontré por el camino… y nadie quiere comérselas conmigo…
-Vale lobo, entra nos divertiremos más si estamos todos juntos-respondio caperucita.
La abuelita se puso muy contenta con todo lo que le habían traído y pasaron un estupendo día todos juntos cantando y bailando. Valorando el papel de la amistad sin importar las diferentes especies a las que pertenecían sus amigos y amigas.
FIN